Población
Los diez países de Europa del Este, que son el objeto de este blog, tienen, con datos del Eurostat de 2015, una población de un poco más que 100 millones de habitantes, exactamente 100.653.632, un 20% de la UE28, de 508.191.100 habitantes de población total. La población de los nueve países integrados en la UE es de 97.098.473 habitantes, un 19% de la UE28.
Tabla 1: Evolución de la población de los países de Europa del Este (2006-2015)
En la antigua Europa del Este, el régimen socialista fue por lo general natalista. En la URSS, desde Jruschov a Brezhnev, se aplicaron políticas de fomento de la natalidad (familia de 3 hijos), necesaria para mantener la política de grandes proyectos de colonización en Siberia. Pero a partir de los años sesenta se registró un fuerte retroceso en las tasas de natalidad (1960: 25 ‰, 1969: 17 ‰) debido al desequilibrio en la estructura de sexos provocado por la Segunda Guerra Mundial, a la legislación del aborto (1959), a las facilidades para el divorcio (1966), a los mayores índices de urbanización con alojamientos diminutos, y al trabajo generalizado de la mujer.
El mapa muestra esta disminución generalizada de la población en toda la región (incluyendo la antigua República Democrática Alemana), excepto la República Checa, algunas regiones de Polonia y Eslovaquia y las regiones metropolitanas de las capitales y algunas grandes ciudades de la región como Tallinn, Riga, Berlín, Gdańsk, Wrocław, Cracovia, Praga, Budapest, Bucarest, Sofía y Varna. La causa de estas disminuciones es, principalmente, la emigración hacia Europa occidental aunque, como se verá más adelante, el crecimiento natural negativo en la mayoría de los países también ha contribuido a ellas.
Con los datos de 2015 de la Tabla 1, el país más poblado de la región es Polonia, con 38 millones de habitantes (un 38%), seguido por Rumania, de tamaño medio, con casi 20 millones de habitantes (un 20%). El resto de países de la región son pequeños: hay dos países alrededor de 10 millones de habitantes, Hungría y la República Checa, dos entre 5 y 10 millones de habitantes, Bulgaria y Eslovaquia, y el resto, las repúblicas bálticas y Moldavia esta por debajo de 5 millones. El país más pequeño de la región es Estonia, con una población de 1,3 millones de habitantes.
En la antigua Europa del Este, el régimen socialista fue por lo general natalista. En la URSS, desde Jruschov a Brezhnev, se aplicaron políticas de fomento de la natalidad (familia de 3 hijos), necesaria para mantener la política de grandes proyectos de colonización en Siberia. Pero a partir de los años sesenta se registró un fuerte retroceso en las tasas de natalidad (1960: 25 ‰, 1969: 17 ‰) debido al desequilibrio en la estructura de sexos provocado por la Segunda Guerra Mundial, a la legislación del aborto (1959), a las facilidades para el divorcio (1966), a los mayores índices de urbanización con alojamientos diminutos, y al trabajo generalizado de la mujer.
Casi
todos los países de Europa del Este presentan, desde la década de los noventa,
tasas de natalidad en torno a los 10 nacimientos por mil habitantes y una
mortalidad superior a la media europea, como es el caso de Bulgaria (-0,5%), o
Hungría (-0,4%). Además, con un bajo índice de fecundidad y una esperanza de
vida bastante inferior a la media europea, el crecimiento natural global es netamente negativo.
Durante el siglo XXI, la tendencia a una regresión demográfica se ha hecho cada vez más clara. Tal y como se desprende de la Tabla 1, desde el año 2006 al 2015 se ha producido un descenso de la población de los países de Europa del Este en 2.530.241 de habitantes. Todos los países, a excepción de la República Checa y Eslovaquia con un incremento de población de 314.698 y 48.241 habitantes, respectivamente, han perdido población: Bulgaria 427.173 habitantes, Estonia 37.429, Letonia 241.778, Lituania 377.573, Hungría 227.581, Polonia 151.441, Moldavia 34.777 y Rumania, con el mayor descenso de todos, 1.395.608 habitantes. En el mapa de la Figura 1, extraída de un informe de la Comisión Europea [1], se muestra la variación de la población por las regiones “estadísticas” de Europa.
El mapa muestra esta disminución generalizada de la población en toda la región (incluyendo la antigua República Democrática Alemana), excepto la República Checa, algunas regiones de Polonia y Eslovaquia y las regiones metropolitanas de las capitales y algunas grandes ciudades de la región como Tallinn, Riga, Berlín, Gdańsk, Wrocław, Cracovia, Praga, Budapest, Bucarest, Sofía y Varna. La causa de estas disminuciones es, principalmente, la emigración hacia Europa occidental aunque, como se verá más adelante, el crecimiento natural negativo en la mayoría de los países también ha contribuido a ellas.
Figura 1: Variación de la población 2001-2011 (fuente: [1])
Demografía
En cuanto a la evolución de los factores de crecimiento natural, los países de la Europa del Este muestran, en general, valores bastante negativos con respecto de la media europea (medida como E28) y, sobre todo, con respecto de la Europa occidental.
Así, las tasas de mortalidad son superiores en todos los países. En cuanto a la tasa de mortalidad infantil ésta es superior a 5 ‰ en prácticamente todas las zonas de Europa del Este mientras que en la parte occidental es inferior a 4 ‰ (Figura 2), con valores muy elevados en Moldavia, con un 12 ‰, y Rumania, con un 10,3 ‰. En cuanto a la tasa de mortalidad general, también se aprecia esta dualidad, ya que en Europa occidental, la tasa gira alrededor del 9 ‰, mientras que en la Europa oriental se sitúa alrededor de 13 ‰.
La disminución generalizada del índice de natalidad es uno de los elementos más significativos de la dinámica natural europea. Aun así las tasas de natalidad más bajas se registran otra vez más los países del Europa del Este, junto con Portugal, Italia, Albania, Serbia y Bosnia-Herzegovina, destacándose Rumania, Hungría y Bulgaria, todos ellos con tasas cercanas al 10 ‰, mientras que las tasas de la Europa occidental y septentrional se sitúan por encima del 13 ‰, con un máximo del 17 ‰ en Irlanda. La reducción del índice de fecundidad es, otra vez más, un rasgo significativo en la actual población europea. Los países de la Europa del Este muestran los índices más bajos, junto con La Europa meridional, con valores inferiores a 1,5 hijos por mujer, destacándose Hungría, Moldavia y Rumania. Con todo ello, el crecimiento vegetativo de la población se sitúa en niveles muy bajos, en muchas zonas negativos, incluso inferiores incluso a los de la Europa occidental, ya de valores muy modestos, tal y como lo muestra el mapa de la Figura 3 incluida a continuación.
Figura 2: Tasa de mortalidad infantil en Europa (fuente: [1])
Figura 3: Crecimiento vegetativo de la población, 2001-2011 (fuente: [1])
En cuanto a la esperanza de vida, otro índice que engloba un conjunto de factores de la situación y evolución demográficas de las regiones del mundo, la Europa del Este está en un retraso muy considerable con el resto de Europa, tal y como lo muestra el mapa de la Figura 4. Puede apreciarse que la esperanza de vida media (mujeres y hombres) de prácticamente todas las zonas de Europa del Este se encuentra por debajo de 80 años, la gran mayoría incluso por debajo de 77 años, mientras que la mayor parte de Europa occidental muestra valores superiores a 80 años.
Figura 4: Esperanza de vida (fuente: [1])
Finalmente, para ilustrar el estado global demográfico y socio-económico de la Europa del Este con respecto del conjunto de la EU28, se incluye a continuación un mapa que muestra, por las regiones “estadísticas” de Europa, el índice de desarrollo humano basado en seis indicadores referidos a la salud, la educación, la renta y el empleo: dos indicadores pertenecientes al ámbito de la salud que son la esperanza de vida ajustada según la satisfacción con el estado de salud y la mortalidad infantil, dos indicadores en relación con la educación que son la proporción de personas de 18 a 24 anos de edad que no están trabajando, estudiando ni formándose (los “ni-nis”) y el porcentaje de población de 25 a 64 anos con estudios superiores y dos indicadores relacionados con la renta o la actividad que son la renta disponible bruta del hogar ajustada per cápita en términos de la Encuesta de Población Activa. Del mapa se desprende un nivel deficiente de “desarrollo humano” (índice inferior a 50 y a 40 en la mayor parte de la región), con las excepciones de Estonia y buena parte de Chequia.
Migraciones
Europa del Este ha sido tierra de migraciones desde los principios de la historia europea. Así, en la Alta Edad Media, cabe señalar la llegada de los húngaros, uno de los pueblos nómadas procedentes de las grandes migraciones, a la cuenca de los Cárpatos hacia el año 900, y de los rumanos, pueblo latinizado originario del Ilírico, a los flancos este y sur de los Cárpatos, en el siglo XII. Más adelante, entre los siglos XIII y XIV, la Prusia (actual Polonia y Territorio de Kaliningrad) y los países bálticos son el escenario de la primera fase de la colonización alemana (el llamado Drang nach Osten o empuje hacia el este) llevada a cabo por la Orden Teutónica que, en ciertas partes de la región como la Prusia Oriental, se mantuvo hasta la 2ª Guerra Mundial. Todavía en la Edad Media, comunidades mineras alemanas (llamadas sajonas) son llamados por los reyes de Hungría y se establecen en Transilvania y en la actual Eslovaquia y cabe señalar también la migración de comunidades judías hacia territorios del reino de Polonia (actuales Lituania, Bielorusia, Polonia y Ucrania occidental) para escaparse de los pogromos de finales de la Edad Media (siglos XIV y XV). Cabe señalar también la migración a Europa del pueblo gitano o romaní, originario de la región noroeste del subcontinente indio, que se produjo a través de Anatolia y los Balcanes a principios del siglo XIV.
Las migraciones alemanas continúan en la Edad Moderna: a principios del siglo XVIII, después de la expulsión de los otomanes, importantes comunidades del sur de Alemania (principalmente suabos de Wurtemberg) colonizan zonas devastadas del Reino de Hungría y, a finales del mismo siglo y a lo largo del siglo XIX, continua el Empuje hacia el Este, esta vez ya en forma de una colonización organizada (la Ostsiedlung), en los territorios anexados al Reino de Prusia de Polonia (Pomerania, Posen/Poznań y Silesia). El mapa de la Figura 6 muestra las zonas de dicho Empuje hacia el este alemán desde el siglo XI hasta el siglo XIX.
Figura 5: Índice de desarrollo humano (fuente: [1])
Migraciones
Europa del Este ha sido tierra de migraciones desde los principios de la historia europea. Así, en la Alta Edad Media, cabe señalar la llegada de los húngaros, uno de los pueblos nómadas procedentes de las grandes migraciones, a la cuenca de los Cárpatos hacia el año 900, y de los rumanos, pueblo latinizado originario del Ilírico, a los flancos este y sur de los Cárpatos, en el siglo XII. Más adelante, entre los siglos XIII y XIV, la Prusia (actual Polonia y Territorio de Kaliningrad) y los países bálticos son el escenario de la primera fase de la colonización alemana (el llamado Drang nach Osten o empuje hacia el este) llevada a cabo por la Orden Teutónica que, en ciertas partes de la región como la Prusia Oriental, se mantuvo hasta la 2ª Guerra Mundial. Todavía en la Edad Media, comunidades mineras alemanas (llamadas sajonas) son llamados por los reyes de Hungría y se establecen en Transilvania y en la actual Eslovaquia y cabe señalar también la migración de comunidades judías hacia territorios del reino de Polonia (actuales Lituania, Bielorusia, Polonia y Ucrania occidental) para escaparse de los pogromos de finales de la Edad Media (siglos XIV y XV). Cabe señalar también la migración a Europa del pueblo gitano o romaní, originario de la región noroeste del subcontinente indio, que se produjo a través de Anatolia y los Balcanes a principios del siglo XIV.
Las migraciones alemanas continúan en la Edad Moderna: a principios del siglo XVIII, después de la expulsión de los otomanes, importantes comunidades del sur de Alemania (principalmente suabos de Wurtemberg) colonizan zonas devastadas del Reino de Hungría y, a finales del mismo siglo y a lo largo del siglo XIX, continua el Empuje hacia el Este, esta vez ya en forma de una colonización organizada (la Ostsiedlung), en los territorios anexados al Reino de Prusia de Polonia (Pomerania, Posen/Poznań y Silesia). El mapa de la Figura 6 muestra las zonas de dicho Empuje hacia el este alemán desde el siglo XI hasta el siglo XIX.
Figura 6: Carta de la expansión alemana hacia el este entre los siglos XI y XIX (fuente: https://aaronjhill.wordpress.com/2012/06/10/the-ostsiedlung/)
A finales del siglo XIX y, sobre todo, a principios del siglo XX, se produce una emigración masiva de habitantes del Europa del Este, sobre todo polacos (unos 2-3 millones) a Alemania, a Francia, a las zonas mineras del norte, y, principalmente, a Estados Unidos, y húngaros (1-1,2 millones) mayoritariamente a Estados Unidos.
Después de la 1ª Guerra Mundial, centenares de miles de alemanes se refugiaban en Alemania procedentes de los territorios de Prusia Occidental, la región de Posen (Poznań) y la Alta Silesia. El advenimiento del régimen nazi en 1933 fue la causante de nuevas migraciones. En primer lugar, decenas de miles de judíos dejaron Alemania para Estados Unidos, Sudamérica y Palestina. En cuanto a los alemanes, durante la 2ª Guerra Mundial, se invirtieron las migraciones ya que el régimen nazi convirtió Polonia en un espacio de colonización declarando Polonia espacio vital (Lebensraum) de la nación alemana.
El último gran oleaje de migraciones que sucedió después de la 2ª Guerra Mundial fue, en realidad, otra cosa: una limpieza étnica de grandes proporciones debido a la nueva configuración de Polonia, cuyas fronteras se “movieron” unos 200 km hacia el oeste como consecuencia del Pacto Molotov-Ribbentrop de 1939 y el nuevo papel expansionista de la URSS. Así, mediante una de las operaciones de limpieza étnica europeas de todos los tiempos, unos 2 millones de polacos de las actuales Bielorusia y Ucrania y más de 10 millones de alemanes de los territorios de la Prusia Oriental, Pomerania y Silesia así como de fueron obligados a cambiar de país (Figura 7).
Durante el período de la Guerra Fría, con las fronteras virtualmente cerradas, las migraciones se cortaron totalmente. El telón de acero fue de verdad...
En cuanto a los fenómenos demográficos de la actualidad, producidos depués de los cambios de 1989, la disminución general de la población mostrada en la Figura 1 se debe en parte a los índices demográficos negativos expuesto en el apartado anterior pero también, y sobre todo, a la emigración. Como consecuencia de la integración de todos los países en la UE, excepto Moldavia, para los ciudadanos de la Europa del Este se abrió la posibilidad de buscar un mejor porvenir tanto en las zonas metropolitanas de las capitales de los distintos países como en la parte más próspera de la UE. Este fenómeno de la emigración ha hecho disminuir la población de prácticamente todos los países de la región, a excepción de la República Checa y Eslovaquia, y de algunos de una forma muy significativa, como Rumania, Bulgaria y Polonia. El mapa de la Figura 8 muestra la migración anual media neta por 1000 habitantes en las regiones EU NUTS3 (“regiones estadísticas”, es decir, “regiones pequeñas para diagnósticos específicos”), de donde se desprende que los principales países emisores de emigrantes dentro de la UE son Rumanía y Bulgaria, sin olvidar la antigua RDA que, en realidad, muestra los índices de emigración más elevados, aunque, obviamente, se trata de una migración interalemán.
En cuanto a los principales países emisores, en el período de 1989 a 2014, Rumania ha perdido una población de unos 3 millones de personas, descendiéndose su población de 23 a 20 millones (un 13%), Bulgaria, unos 1,7 millones, bajándose su población de 8,9 a 7,2 millones (un 19%). Los destinatarios principales de estos emigrantes han sido España, con 797.000 rumanos y 152.000 búlgaros e Italia, con 1.081.000 rumanos en el año 2014. Polonia, por su parte, perdió una población de unos 2 millones de personas en la misma época aunque esta emigración fue compensada por un mayor crecimiento vegetal que los demás países de la región debido al carácter eminentemente católico de la población (Figura 3). Los países de Europa del esta han sido, por tanto, emisores de emigrantes. La inmigración, en cambio, ha sido muy baja en toda la región en comparación a regiones receptoras como España, norte de Italia, sur de Francia e Irlanda, tal y como se desprende del mapa de la Figura 8.
Aunque la inmigración no constituye un problema real para ninguno de estos países, la onda de refugiados e inmigrantes que se produjo a través de la península de los Balcanes en la segunda mitad de 2015 (Figura 9) hizo que algunos de ellos como Hungría y, siguiendo su ejemplo, los otros países del Grupo de Visegrád, Eslovaquia, República Checa y Polonia, adoptasen unas posturas muy radicales en contra de la aceptación de refugiados en Europa, simbolizadas por la crisis producida en Serbia, Hungría, Croacia y Eslovenia y por la valla construida por el gobierno húngaro en la frontera con Serbia en el otoño de 2015 (Figura 10).
Después de la 1ª Guerra Mundial, centenares de miles de alemanes se refugiaban en Alemania procedentes de los territorios de Prusia Occidental, la región de Posen (Poznań) y la Alta Silesia. El advenimiento del régimen nazi en 1933 fue la causante de nuevas migraciones. En primer lugar, decenas de miles de judíos dejaron Alemania para Estados Unidos, Sudamérica y Palestina. En cuanto a los alemanes, durante la 2ª Guerra Mundial, se invirtieron las migraciones ya que el régimen nazi convirtió Polonia en un espacio de colonización declarando Polonia espacio vital (Lebensraum) de la nación alemana.
Figura 7: Limpiezas étnicas posteriores a la 2ª Guerra Mundial en Europa del Este (fuente: http://themichmashcenter.blogspot.com.es/2014/02/the-ever-shifting-borders-betweenpoland.html)
Durante el período de la Guerra Fría, con las fronteras virtualmente cerradas, las migraciones se cortaron totalmente. El telón de acero fue de verdad...
En cuanto a los fenómenos demográficos de la actualidad, producidos depués de los cambios de 1989, la disminución general de la población mostrada en la Figura 1 se debe en parte a los índices demográficos negativos expuesto en el apartado anterior pero también, y sobre todo, a la emigración. Como consecuencia de la integración de todos los países en la UE, excepto Moldavia, para los ciudadanos de la Europa del Este se abrió la posibilidad de buscar un mejor porvenir tanto en las zonas metropolitanas de las capitales de los distintos países como en la parte más próspera de la UE. Este fenómeno de la emigración ha hecho disminuir la población de prácticamente todos los países de la región, a excepción de la República Checa y Eslovaquia, y de algunos de una forma muy significativa, como Rumania, Bulgaria y Polonia. El mapa de la Figura 8 muestra la migración anual media neta por 1000 habitantes en las regiones EU NUTS3 (“regiones estadísticas”, es decir, “regiones pequeñas para diagnósticos específicos”), de donde se desprende que los principales países emisores de emigrantes dentro de la UE son Rumanía y Bulgaria, sin olvidar la antigua RDA que, en realidad, muestra los índices de emigración más elevados, aunque, obviamente, se trata de una migración interalemán.
Figura 8: Migración neta en Europa 2000-2008 (fuente: NORDREGIO, Nordic Centre for Social Development)
En cuanto a los principales países emisores, en el período de 1989 a 2014, Rumania ha perdido una población de unos 3 millones de personas, descendiéndose su población de 23 a 20 millones (un 13%), Bulgaria, unos 1,7 millones, bajándose su población de 8,9 a 7,2 millones (un 19%). Los destinatarios principales de estos emigrantes han sido España, con 797.000 rumanos y 152.000 búlgaros e Italia, con 1.081.000 rumanos en el año 2014. Polonia, por su parte, perdió una población de unos 2 millones de personas en la misma época aunque esta emigración fue compensada por un mayor crecimiento vegetal que los demás países de la región debido al carácter eminentemente católico de la población (Figura 3). Los países de Europa del esta han sido, por tanto, emisores de emigrantes. La inmigración, en cambio, ha sido muy baja en toda la región en comparación a regiones receptoras como España, norte de Italia, sur de Francia e Irlanda, tal y como se desprende del mapa de la Figura 8.
Aunque la inmigración no constituye un problema real para ninguno de estos países, la onda de refugiados e inmigrantes que se produjo a través de la península de los Balcanes en la segunda mitad de 2015 (Figura 9) hizo que algunos de ellos como Hungría y, siguiendo su ejemplo, los otros países del Grupo de Visegrád, Eslovaquia, República Checa y Polonia, adoptasen unas posturas muy radicales en contra de la aceptación de refugiados en Europa, simbolizadas por la crisis producida en Serbia, Hungría, Croacia y Eslovenia y por la valla construida por el gobierno húngaro en la frontera con Serbia en el otoño de 2015 (Figura 10).
Figura 9: Rutas de inmigración a través de la península de los Balcanes (fuente: BBC y Europol; http://www.bbc.com/news/world-europe-34108224)
Figura 10: Valla construida por el gobierno húngaro en la frontera de Hungría con Serbia en el otoño de 2015 (fuente: The Telegraph)
Referencias
[1] Comisión Europea (2014). Inversión para el empleo y el crecimiento. Promoción del desarrollo y la buena gobernanza en las regiones y ciudades de la UE. Sexto informe sobre la cohesión económica, social y territorial; disponible en internet en: http://bookshop.europa.eu/es/inversi-n-para-el-empleo-y-el-crecimiento-pbKN0214063/.
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