domingo, 28 de febrero de 2016

Población, demografía, migraciones

Población

Los diez países de Europa del Este, que son el objeto de este blog, tienen, con datos del Eurostat de 2015, una población de un poco más que 100 millones de habitantes, exactamente 100.653.632, un 20% de la UE28, de 508.191.100 habitantes de población total. La población de los nueve países integrados en la UE es de 97.098.473 habitantes, un 19% de la UE28.

Tabla 1: Evolución de la población de los países de Europa del Este (2006-2015)

Con los datos de 2015 de la Tabla 1, el país más poblado de la región es Polonia, con 38 millones de habitantes (un 38%), seguido por Rumania, de tamaño medio, con casi 20 millones de habitantes (un 20%). El resto de países de la región son pequeños: hay dos países alrededor de 10 millones de habitantes, Hungría y la República Checa, dos entre 5 y 10 millones de habitantes, Bulgaria y Eslovaquia, y el resto, las repúblicas bálticas y Moldavia esta por debajo de 5 millones. El país más pequeño de la región es Estonia, con una población de 1,3 millones de habitantes.

En la antigua Europa del Este, el régimen socialista fue por lo general natalista. En la URSS, desde Jruschov a Brezhnev, se aplicaron políticas de fomento de la natalidad (familia de 3 hijos), necesaria para mantener la política de grandes proyectos de colonización en Siberia. Pero a partir de los años sesenta se registró un fuerte retroceso en las tasas de natalidad (1960: 25 ‰, 1969: 17 ‰) debido al desequilibrio en la estructura de sexos provocado por la Segunda Guerra Mundial, a la legislación del aborto (1959), a las facilidades para el divorcio (1966), a los mayores índices de urbanización con alojamientos diminutos, y al trabajo generalizado de la mujer.

Casi todos los países de Europa del Este presentan, desde la década de los noventa, tasas de natalidad en torno a los 10 nacimientos por mil habitantes y una mortalidad superior a la media europea, como es el caso de Bulgaria (-0,5%), o Hungría (-0,4%). Además, con un bajo índice de fecundidad y una esperanza de vida bastante inferior a la media europea, el crecimiento natural global es netamente negativo.

Durante el siglo XXI, la tendencia a una regresión demográfica se ha hecho cada vez más clara. Tal y como se desprende de la Tabla 1, desde el año 2006 al 2015 se ha producido un descenso de la población de los países de Europa del Este en 2.530.241 de habitantes. Todos los países, a excepción de la República Checa y Eslovaquia con un incremento de población de 314.698 y 48.241 habitantes, respectivamente, han perdido población: Bulgaria 427.173 habitantes, Estonia 37.429, Letonia 241.778, Lituania 377.573, Hungría 227.581, Polonia 151.441, Moldavia 34.777 y Rumania, con el mayor descenso de todos, 1.395.608 habitantes. En el mapa de la Figura 1, extraída de un informe de la Comisión Europea [1], se muestra la variación de la población por las regiones “estadísticas” de Europa.

El mapa muestra esta disminución generalizada de la población en toda la región (incluyendo la antigua República Democrática Alemana), excepto la República Checa, algunas regiones de Polonia y Eslovaquia y las regiones metropolitanas de las capitales y algunas grandes ciudades de la región como Tallinn, Riga, Berlín, Gdańsk, Wrocław, Cracovia, Praga, Budapest, Bucarest, Sofía y Varna. La causa de estas disminuciones es, principalmente, la emigración hacia Europa occidental aunque, como se verá más adelante, el crecimiento natural negativo en la mayoría de los países también ha contribuido a ellas.

Figura 1: Variación de la población 2001-2011 (fuente: [1])

Demografía

En cuanto a la evolución de los factores de crecimiento natural, los países de la Europa del Este muestran, en general, valores bastante negativos con respecto de la media europea (medida como E28) y, sobre todo, con respecto de la Europa occidental.

Así, las tasas de mortalidad son superiores en todos los países. En cuanto a la tasa de mortalidad infantil ésta es superior a 5 ‰ en prácticamente todas las zonas de Europa del Este mientras que en la parte occidental es inferior a 4 ‰ (Figura 2), con valores muy elevados en Moldavia, con un 12 ‰, y Rumania, con un 10,3 ‰. En cuanto a la tasa de mortalidad general, también se aprecia esta dualidad, ya que en Europa occidental, la tasa gira alrededor del 9 ‰, mientras que en la Europa oriental se sitúa alrededor de 13 ‰.


Figura 2: Tasa de mortalidad infantil en Europa (fuente: [1])

La disminución generalizada del índice de natalidad es uno de los elementos más significativos de la dinámica natural europea. Aun así las tasas de natalidad más bajas se registran otra vez más los países del Europa del Este, junto con Portugal, Italia, Albania, Serbia y Bosnia-Herzegovina, destacándose Rumania, Hungría y Bulgaria, todos ellos con tasas cercanas al 10 ‰, mientras que las tasas de la Europa occidental y septentrional se sitúan por encima del 13 ‰, con un máximo del 17 ‰ en Irlanda. La reducción del índice de fecundidad es, otra vez más, un rasgo significativo en la actual población europea. Los países de la Europa del Este muestran los índices más bajos, junto con La Europa meridional, con valores inferiores a 1,5 hijos por mujer, destacándose Hungría, Moldavia y Rumania. Con todo ello, el crecimiento vegetativo de la población se sitúa en niveles muy bajos, en muchas zonas negativos, incluso inferiores incluso a los de la Europa occidental, ya de valores muy modestos, tal y como lo muestra el mapa de la Figura 3 incluida a continuación.

Figura 3: Crecimiento vegetativo de la población, 2001-2011 (fuente: [1])

En cuanto a la esperanza de vida, otro índice que engloba un conjunto de factores de la situación y evolución demográficas de las regiones del mundo, la Europa del Este está en un retraso muy considerable con el resto de Europa, tal y como lo muestra el mapa de la Figura 4. Puede apreciarse que la esperanza de vida media (mujeres y hombres) de prácticamente todas las zonas de Europa del Este se encuentra por debajo de 80 años, la gran mayoría incluso por debajo de 77 años, mientras que la mayor parte de Europa occidental muestra valores superiores a 80 años.


Figura 4: Esperanza de vida (fuente: [1])

Finalmente, para ilustrar el estado global demográfico y socio-económico de la Europa del Este con respecto del conjunto de la EU28, se incluye a continuación un mapa que muestra, por las regiones “estadísticas” de Europa, el índice de desarrollo humano basado en seis indicadores referidos a la salud, la educación, la renta y el empleo: dos indicadores pertenecientes al ámbito de la salud que son la esperanza de vida ajustada según la satisfacción con el estado de salud y la mortalidad infantil, dos indicadores en relación con la educación que son la proporción de personas de 18 a 24 anos de edad que no están trabajando, estudiando ni formándose (los “ni-nis”) y el porcentaje de población de 25 a 64 anos con estudios superiores y dos indicadores relacionados con la renta o la actividad que son la renta disponible bruta del hogar ajustada per cápita en términos de la Encuesta de Población Activa. Del mapa se desprende un nivel deficiente de “desarrollo humano” (índice inferior a 50 y a 40 en la mayor parte de la región), con las excepciones de Estonia y buena parte de Chequia.

Figura 5: Índice de desarrollo humano (fuente: [1])

Migraciones

Europa del Este ha sido tierra de migraciones desde los principios de la historia europea. Así, en la Alta Edad Media, cabe señalar la llegada de los húngaros, uno de los pueblos nómadas procedentes de las grandes migraciones, a la cuenca de los Cárpatos hacia el año 900, y de los rumanos, pueblo latinizado originario del Ilírico, a los flancos este y sur de los Cárpatos, en el siglo XII. Más adelante, entre los siglos XIII y XIV, la Prusia (actual Polonia y Territorio de Kaliningrad) y los países bálticos son el escenario de la primera fase de la colonización alemana (el llamado Drang nach Osten o empuje hacia el este) llevada a cabo por la Orden Teutónica que, en ciertas partes de la región como la Prusia Oriental, se mantuvo hasta la 2ª Guerra Mundial. Todavía en la Edad Media, comunidades mineras alemanas (llamadas sajonas) son llamados por los reyes de Hungría y se establecen en Transilvania y en la actual Eslovaquia y cabe señalar también la migración de comunidades judías hacia territorios del reino de Polonia (actuales Lituania, Bielorusia, Polonia y Ucrania occidental) para escaparse de los pogromos de finales de la Edad Media (siglos XIV y XV). Cabe señalar también la migración a Europa del pueblo gitano o romaní, originario de la región noroeste del subcontinente indio, que se produjo a través de Anatolia y los Balcanes a principios del siglo XIV.

Las migraciones alemanas continúan en la Edad Moderna: a principios del siglo XVIII, después de la expulsión de los otomanes, importantes comunidades del sur de Alemania (principalmente suabos de Wurtemberg) colonizan zonas devastadas del Reino de Hungría y, a finales del mismo siglo y a lo largo del siglo XIX, continua el Empuje hacia el Este, esta vez ya en forma de una colonización organizada (la Ostsiedlung), en los territorios anexados al Reino de Prusia de Polonia (Pomerania, Posen/Poznań y Silesia). El mapa de la Figura 6 muestra las zonas de dicho Empuje hacia el este alemán desde el siglo XI hasta el siglo XIX.

Figura 6: Carta de la expansión alemana hacia el este entre los siglos XI y XIX (fuente: https://aaronjhill.wordpress.com/2012/06/10/the-ostsiedlung/)

A finales del siglo XIX y, sobre todo, a principios del siglo XX, se produce una emigración masiva de habitantes del Europa del Este, sobre todo polacos (unos 2-3 millones) a Alemania, a Francia, a las zonas mineras del norte, y, principalmente, a Estados Unidos, y húngaros (1-1,2 millones) mayoritariamente a Estados Unidos.

Después de la 1ª Guerra Mundial, centenares de miles de alemanes se refugiaban en Alemania procedentes de los territorios de Prusia Occidental, la región de Posen (Poznań) y la Alta Silesia. El advenimiento del régimen nazi en 1933 fue la causante de nuevas migraciones. En primer lugar, decenas de miles de judíos dejaron Alemania para Estados Unidos, Sudamérica y Palestina. En cuanto a los alemanes, durante la 2ª Guerra Mundial, se invirtieron las migraciones ya que el régimen nazi convirtió Polonia en un espacio de colonización declarando Polonia espacio vital (Lebensraum) de la nación alemana.

El último gran oleaje de migraciones que sucedió después de la 2ª Guerra Mundial fue, en realidad, otra cosa: una limpieza étnica de grandes proporciones debido a la nueva configuración de Polonia, cuyas fronteras se “movieron” unos 200 km hacia el oeste como consecuencia del Pacto Molotov-Ribbentrop de 1939 y el nuevo papel expansionista de la URSS. Así, mediante una de las operaciones de limpieza étnica europeas de todos los tiempos, unos 2 millones de polacos de las actuales Bielorusia y Ucrania y más de 10 millones de alemanes de los territorios de la Prusia Oriental, Pomerania y Silesia así como de fueron obligados a cambiar de país (Figura 7).

Figura 7: Limpiezas étnicas posteriores a la 2ª Guerra Mundial en Europa del Este (fuente: http://themichmashcenter.blogspot.com.es/2014/02/the-ever-shifting-borders-betweenpoland.html)

Durante el período de la Guerra Fría, con las fronteras virtualmente cerradas, las migraciones se cortaron totalmente. El telón de acero fue de verdad...


En cuanto a los fenómenos demográficos de la actualidad, producidos depués de los cambios de 1989, la disminución general de la población mostrada en la Figura 1 se debe en parte a los índices demográficos negativos expuesto en el apartado anterior pero también, y sobre todo, a la emigración. Como consecuencia de la integración de todos los países en la UE, excepto Moldavia, para los ciudadanos de la Europa del Este se abrió la posibilidad de buscar un mejor porvenir tanto en las zonas metropolitanas de las capitales de los distintos países como en la parte más próspera de la UE. Este fenómeno de la emigración ha hecho disminuir la población de prácticamente todos los países de la región, a excepción de la República Checa y Eslovaquia, y de algunos de una forma muy significativa, como Rumania, Bulgaria y Polonia. El mapa de la Figura 8 muestra la migración anual media neta por 1000 habitantes en las regiones EU NUTS3 (“regiones estadísticas”, es decir, “regiones pequeñas para diagnósticos específicos”), de donde se desprende que los principales países emisores de emigrantes dentro de la UE son Rumanía y Bulgaria, sin olvidar la antigua RDA que, en realidad, muestra los índices de emigración más elevados, aunque, obviamente, se trata de una migración interalemán.


Figura 8: Migración neta en Europa 2000-2008 (fuente: NORDREGIO, Nordic Centre for Social Development)

En cuanto a los principales países emisores, en el período de 1989 a 2014, Rumania ha perdido una población de unos 3 millones de personas, descendiéndose su población de 23 a 20 millones (un 13%), Bulgaria, unos 1,7 millones, bajándose su población de 8,9 a 7,2 millones (un 19%). Los destinatarios principales de estos emigrantes han sido España, con 797.000 rumanos y 152.000 búlgaros e Italia, con 1.081.000 rumanos en el año 2014. Polonia, por su parte, perdió una población de unos 2 millones de personas en la misma época aunque esta emigración fue compensada por un mayor crecimiento vegetal que los demás países de la región debido al carácter eminentemente católico de la población (Figura 3). Los países de Europa del esta han sido, por tanto, emisores de emigrantes. La inmigración, en cambio, ha sido muy baja en toda la región en comparación a regiones receptoras como España, norte de Italia, sur de Francia e Irlanda, tal y como se desprende del mapa de la Figura 8.


Aunque la inmigración no constituye un problema real para ninguno de estos países, la onda de refugiados e inmigrantes que se produjo a través de la península de los Balcanes en la segunda mitad de 2015 (Figura 9) hizo que algunos de ellos como Hungría y, siguiendo su ejemplo, los otros países del Grupo de Visegrád, Eslovaquia, República Checa y Polonia, adoptasen unas posturas muy radicales en contra de la aceptación de refugiados en Europa, simbolizadas por la crisis producida en Serbia, Hungría, Croacia y Eslovenia y por la valla construida por el gobierno húngaro en la frontera con Serbia en el otoño de 2015 (Figura 10).


Figura 9: Rutas de inmigración a través de la península de los Balcanes (fuente: BBC y Europol; http://www.bbc.com/news/world-europe-34108224)

Figura 10: Valla construida por el gobierno húngaro en la frontera de Hungría con Serbia en el otoño de 2015 (fuente: The Telegraph)

Referencias

[1] Comisión Europea (2014). Inversión para el empleo y el crecimiento. Promoción del desarrollo y la buena gobernanza en las regiones y ciudades de la UE. Sexto informe sobre la cohesión económica, social y territorial; disponible en internet en: http://bookshop.europa.eu/es/inversi-n-para-el-empleo-y-el-crecimiento-pbKN0214063/.

domingo, 7 de febrero de 2016

Datos de la región en comparación con Europa y con la Unión Europea

Si se contempla el mapa de Europa del año 2000 (Figura 1) que muestra la situación de los países correspondiente a anterior a la “ampliación hacia el este” de la Unión Europea (UE), se puede apreciar que los diez países del Europa del Este forman una franja de forma de “croissant” que se sitúa entre la Europa occidental de aquel entonces, la Europa de los 15 (E15), y las llanuras rusas, ocupadas por los países herederas del antiguo imperio ruso, Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Como se ha expuesto en la entrada titulada “Historia y contexto geográfico”, se trata de una región intermedia entre Occidente y Oriente, cuyas partes fueron sometidas a veces al dominio occidental (Sacro Imperio Germánico e Imperio Habsburgo) y a veces oriental y suroriental (Bizancio, Imperio Ruso e Imperio Otomano). Durante la segunda mitad del siglo XX, la región fue “asignada” otra vez a la Europa Oriental, como parte o países satélites de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialista (URSS o Unión Soviética) lo que en gran medida determinó el desarrollo socio-económico de todos los países y, en cierta manera, alejó de la evolución general del mundo occidental.


Figura 1. Mapa de Europa del año 2000, antes de la ampliación hacia el este

Los diez países de Europa del Este tienen una superficie total de un poco más de 1 millón de km2, exactamente 1.091.828 km2, y una población total de un poco menos que 100 millones de habitantes, exactamente 97.748.349, un 24,5% y un 19,2% de la UE28, de 4.463.600 km2 de superficie total y de 508.191.100 habitantes de población total, respectivamente. La superficie y la población de los nueve países integrados en la UE es de 1.057.985 km2 y de 94.189.349 habitantes, un 23,7% y un 18,5% de la UE28, respectivamente.

Dicha ampliación hacia el este de la UE se produjo en dos momentos: el primero, el 1 de mayo de 2004, con la integración de Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría, además de Eslovenia, Malta y Chipre, no pertenecientes al ámbito los países del Este de Europa, formando la UE25, y el segundo, tres años más tarde, el 1 de enero de 2007, con la incorporación de Rumania i Bulgaria, formando la UE27. Una ampliación más reciente, con la entrada de Croacia, el 1 de enero de 2013, elevó el número de miembros de la unión a 28.

Debido a su alejamiento del desarrollo general del mundo occidental durante la segunda mitad del siglo XX, los países de Europa del Este muestran un retraso considerable con respecto al conjunto de la Unión Europea (UE28). Así, el Sexto informe sobre la cohesión económica, social y territorial [1] clasifica todos los países menos la República Checa como “estados miembros menos desarrollados” (PIB por cápita inferior al 75 % de la media de la UE en 2012) y ésta como “estado miembro con desarrollo moderado” (PIB por cápita entre el 75 % y el 90 % de la media de la UE).

Las cifras que sostienen esta clasificación se resumen a continuación. La Tabla 1 muestra los datos de PIB y PIB por cápita del conjunto de Europa, Estados Unidos y Japón. De ella se desprende que, el PIB del conjunto de los países de Europa del Este fue, en 2014, de 1.018.000 millones de € que representa un poco más del 7% del conjunto de los países de la UE28, de 13.921.000 m€, y es un poco más que el PIB de España y un poco menos que el doble del de los Países Bajos (falta Moldavia pero su contribución es muy modesta, de unos 10.000 m€). En términos de PIB de paridad de poder adquisitivo (PPA), con cifras de 2013, la situación es algo mejor: el conjunto de los nueve países sin Moldavia representa la suma de 1.688.000 m€, un 12% del total de la UE28, de 13.520.000 m€ (Moldavia aportaría unos 15.000 m€). En cuanto al PIB (PPA) por cápita, la media para el conjunto de nueve países miembros de la UE es de 17.900 €, un 66% de la media de la UE28. La Tabla 2 muestra el PIB por cápita de los países de la UE y algunos de su entorno. Puede apreciarse que los países de Europa del Este se encuentran en la “cola” del diagrama, posición que comparten con Portugal y Grecia.


Tabla 1. PIB y PIB por cápita de los países europeos, Estados Unidos y Japón (fuente: Eurostat)

Tabla 2. PIB por cápita relativos de los países europeos, Estados Unidos y Japón (fuente: Eurostat)

La Figura 2 muestra la distribución del PIB por cápita por las regiones de Europa donde se puede apreciar no solamente la posición de los distintos países sino también la disparidad regional dentro de los países.

Figura 2. PIB (PPA) por cápita en % de la EU28 por regiones

En resumen, los nueve países de Europa del Este integrados en la UE representan, hoy por hoy, los “hermanos pobres” de la Unión: un 20% de la población que genera alrededor del 10% del PIB y el PIB por cápita global es del 65%.

Para reducir las disparidades regionales la UE está realizando una política de cohesión desde 1989 cuyos fondos van dirigidos actualmente a los países del Este de Europa. Los fondos comunitarios más importantes con impacto territorial son el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), el Fondo Social Europeo (FSE) y el Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA) y están destinados a financiar numerosos proyectos nacionales con escasa influencia a escala europea o subnacional. La financiación asignada a la política de cohesión representar en este momento un tercio del presupuesto de la UE y se espera que contribuirá a reducir el retraso de los países de Europa del Este antes señalado.

Referencias

[1] Comisión Europea (2014). "Inversión para el empleo y el crecimiento. Promoción del desarrollo y la buena gobernanza en las regiones y ciudades de la UE." Sexto informe sobre la cohesión económica, social y territorial.

Organización política actual

Desde un punto de vista geopolítico, el rasgo común de los diez países actuales que son objeto de este blog, los llamados Países de Europa del Este (Figura 1), es que durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX estuvieron bajo el dominio o la influencia de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS o Unión Soviética) como consecuencia de una expansión de carácter imperial de este país, lo que, a su vez, determinó, su orientación y organización política. De los diez países cuatro, los tres países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, y Moldavia, perdieron su independencia (o en el caso de Moldavia, la antigua Besarabia, su pertenencia a Rumania) en 1940 a raíz del acuerdo entre la Alemania de Hitler y la URSS llamado Pacto Molotov-Ribbentrop de 1939, y hasta su independencia en 1991, formaron parte de la Unión Soviética como “repúblicas socialistas soviéticas”. Los seis restantes, Polonia, República Checa, Eslovaquia (unificados como Checoslovaquia), Hungría, Rumania y Bulgaria se convirtieron en 1949, “el año del cambio” (e inicio del período de la Guerra Fría), en dictaduras de partido único, llamadas “democracias populares”, hasta su desvinculación del dominio soviético en 1989, otro año de cambio, el de “la caída del muro de Berlín”. En efecto, a estos seis o, a la sazón cinco, países, hay que añadir otro, la República Democrática Alemana (RDA), actualmente desaparecida como consecuencia a su integración a la República Federal de Alemania unida el 1 de enero de 1993.

Figura 1. Países de Europa del Este objeto de este blog

Ahora bien, los cambios de fin de siglo que tuvieron lugar de 1989 a 1991 cambiaron de raíz la orientación y la organización política de estos países. Todos ellos se convirtieron en democracias parlamentarias de tipo occidental (algunos con ciertos elementos de presidencialismo) y se acercaron a Europa occidental y, todos, excepto Moldavia, se integraron a la Unión Europea y también a la organización militar occidental, la OTAN. En esta entrada se expondrán en primer lugar las principales características de la organización política y territorial actual de los diez países más el territorio de la antigua RDA y seguidamente se presentarán brevemente algunas particularidades de estas democracias relativamente nuevas con respecto a las democracias occidentales.

A continuación se resumen las características principales de la organización política y territorial de los países objeto del blog, con datos procedentes de Eurostat y Wikipedia, y se incluye un mapa político para cada uno de ellos mostrando su división territorial.


Figura 2. División territorial de Estonia con los 15 condados (maakonnad)



Figura 3. División territorial de Letonia con los 26 condados (rajons)



Figura 4. División territorial de Lituania con los 10 condados (apskritys)



Figura 5. División territorial de Polonia con los 16 voivodatos (województwo)



Figura 6. División territorial de la República Checa con las 13 regiones (kraje)



Figura 7. División territorial de Eslovaquia con las 8 regiones (kraje)




Figura 8. División territorial de Hungría con los 19 condados (megyék) y la capital Budapest



Figura 9. División territorial de Rumania con llos 41 condados (judeţe)




Figura 9. División territorial de Rumania con las 29 provincias



Figura 10. División territorial de Moldavia con los 32 distritos (raioane) y las regiones semiautónomas de Gagauzia y Transnistria

De esta presentación de las características de la organización política y territorial de los diez países de Europa del Este se desprende que, efectivamente, todos ellos son son repúblicas parlamentarias. Dos de ellos, Lituania y Rumania, tienen además un régimen presidencial y uno, Polonia, un régimen semipresidencial, con elecciones presidenciales cada cinco años aunque las competencias de estos presidentes de la república están lejos de las de países de sistemas presidenciales propiamente dichas como Estados Unidos y Francia.
¿Pero son países democráticos plenamente asimilables a los de Europa occidental o hay algunas particularidades que los diferencian de éstos?

A primera vista, se puede apreciar que, a pesar de ser muchos de ellos estados claramente plurinacionales, con porcentajes de minorías nacionales muy considerables, como Estonia y Letonia un 25% de rusos, Lituania un 7% de polacos y un 6% de rusos, Eslovaquia un 9% y Rumania un 7% de húngaros, Bulgaria un 9% de turcos, todos los países tienen un solo idioma oficial y los idiomas de las minorías no están reconocidos como oficiales.

Todos los países excepto las pequeñas repúblicas bálticas disponen de una división regional (Figura 11) pero ésta en general no es más que la formalidad necesaria para la coordinación de programas de desarrollo regional europeos y la distribución de fondos externos procedentes de la Unión Europea para estos fines. Ni siquiera en los grandes países como Polonia, con sus 16 voivodatos, y Rumania, con sus 8 regiones, han desarrollado una organización territorial a nivel regional, aunque por la dimensión del país o, como es el caso de Rumania, su diversidad histórico-cultural, en Europa occidental se suele plantear una regionalización efectiva. En este sentido, cabe mencionar, como excepción, la antigua RDA que, al integrarse en la República Federal de Alemania, constituye los seis Länder siguientes del país: Mecklenburg-Antepomerania, Brandenburgo, Berlín (con la antigua Berlín Occidental), Sajonia-Anhalt, Turingia y Sajonia.

Figura 11. Regiones de Europa incluyendo las regiones de los Países de Europa del Este
En ningún país se ha planteado por el momento la autonomía política de las minorías nacionales y, con la excepción de Moldavia, no existen territorios autónomos de dichas minorías, a pesar de que, en varios casos, éstas se concentran en zonas bien diferenciadas, como los húngaros en el sur de Eslovaquia, aproximadamente 600.000 personas, o una parte de la minoría húngara en el País Sículo (Székelyföld) en el este de Transilvania. Las minorías gozan de cierta autonomía de tipo lingüístico y cultural a nivel local (por ejemplo estos mismos húngaros en Eslovaquia y Rumania) aunque no sea éste el caso de los rusos en los países bálticos o de los turcos en Bulgaria. En este sentido cabe mencionar también la discriminación política e incluso jurídica de los habitantes de origen ruso, bielorruso o ucraniano en las tres repúblicas bálticas en los que, de forma general, se les está negando el derecho de obtener la ciudadanía, lo que es una violación flagrante de los derechos humanos en Europa.

Moldavia, por su parte, cuenta con dos zonas llamadas semiautónomas, Gagauzia (Găgăuzia) y Transnistria (Stânga Nistrului), pero, en realidad, Transnistria, una franja más allá del río Dniéster, con una población mayoritaria de ucranianos y rusos que no ha formado nunca parte de la Besarabia propiamente dicha y no perteneció a la Rumania en el período de entreguerras, está de facto gobernado por unas fuerzas separatistas pro-rusos. Los gagauzos son también contrarios al acercamiento del país a Europa y son partidarios de una integración en la alianza eurasiática de Vladimir Putin. Este conflicto hace que Moldavia sea una especie de anomalía con respecto a los otros países tratados en este blog y que, en cierta manera, lo mantiene alejado de Europa. En realidad, para restablecer la situación anterior a la anexión del país por la URSS de Stalin en 1940 después del Pacto Molotov-Ribbentrop, Moldavia, o la mayoría rumanófona, debería integrarse en Rumania y resolverse el caso de Transnistria y tal vez Gagauzia. Esta solución, que Rumanía considera un “próximo proyecto nacional”, se topa con la oposición de fuerzas nacionalistas moldavas y el desacuerdo de la Rusia de Putin y, en cualquier caso, un referéndum en marzo de 1994 ya pronunció a favor de conservar la independencia. Asimismo, Moldavia firmó un acuerdo de asociación con la Unión Europea en el marco de la "Asociación Oriental" de la UE con los países ex soviéticos.


En cuanto a los liderazgos políticos, la mayoría de los países están gobernados por partidos de derecha o centro-derecha, a menudo con una fuerte orientación nacionalista y populista y, en ciertos países, incluso con un antieuropeísmo creciente a pesar de las importantes aportaciones económicas de la UE a los países miembros de Europa del Este. Estas tendencias que, en cierta manera, son independientes del color del partido político en el gobierno, como es el caso de Eslovaquia, gobernada por una coalición liderada por socialistas, se han reforzado recientemente a raíz de la crisis de refugiados del verano y otoño de 2015. Dicha crisis, en el que el gobierno de Hungría del primer ministro Viktor Orbán tomó un protagonismo importante con la construcción de una valla de 175 km en la frontera con Serbia y el recientemente constituido Gobierno de Polonia formado por el partido derechista Ley y Orden (PiS) se ha alineado plenamente con las posturas del gobierno húngaro. La crisis ha resucitado incluso el Grupo de Visegrád, un instrumento de cooperación regional entre Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría firmado en el pueblo de Visegrád en Hungría (en referencia al reino de la casa de los Anjou en el siglo XIV que integró los territorios de estos países), cuyos miembros han manifestado recientemente su oposición a la política migratoria de Bruselas.